LA CIUDAD QUE FALLA / Apuntes sobre Graffiti en Bogotá

LA CIUDAD QUE FALLA

Apuntes sobre Graffiti en Bogotá

 

Por: {-} y Stinkfish //

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En 2013 se firmó el decreto 075 del distrito de Bogotá “Por el cual se promueve la práctica artística y responsable del grafiti en la ciudad y se dictan otras disposiciones”. Su objeto es «reglamentar los lugares no autorizados para la práctica de grafiti, establecer las estrategias pedagógicas y de fomento en la materia y aclarar las medidas correctivas aplicables a la realización indebida de grafiti en la ciudad». Como parte de los acuerdos se establecen estrategias pedagógicas y de fomento de la práctica que «incluirán acciones orientadas al estímulo de la práctica adecuada del grafiti como forma de expresión artística y cultural».

El texto a continuación  se ha construido desde el diálogo entre dos personas, una que hace graffiti y otra que no, buscando entender desde fuera de los medios, los intermediarios y las instituciones, las implicaciones de la legislación en las calles de Bogotá. Han sido un par de años leyendo, conversando y estudiando, construyendo un espacio mutuo.  En principio se pretendía que ésta fuera la introducción de un texto más amplio, una historia del Stencil Graffiti en Bogotá, pero por motivos de la coyuntura, de la necesidad de decir algo en el momento en que importa, hemos decidido circularlo como una invitación a abrir la discusión, en contravía a lo que se estila con los edictos que fijan e imponen realidades.

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[Caminando por las calles sin saber a donde voy / sin angustias ni problemas / libre del sistema soy / (Dinero / Pestes / Banda sonora Rodrigo D. No futuro / 1988)]. Bogotá caminando, caminando una y otra vez las mismas calles, una y otra vez mirando los mismos andenes, los mismos postes, los mismos semáforos, los mismos techos, las mismas paredes. Caminando, mirando de cuando en cuando por encima del hombro para ver quien viene atrás, al otro lado de la calle para ver quien anda por ahí, porque nunca se sabe. Caminando, mirando una vez más carteles, firmas, letras, stickers, stencils, los mismos, nuevos, los rastros de los que ya no están, los desgastados, medio cubiertos, tachados; ese edificio es nuevo, ahí había una casa que siempre se pintaba, esa señal de pare no estaba así toda doblada como si la hubieran estrellado la semana pasada, la punkera dejó de pedir dinero ofreciendo fotocopias de poemas, ahora vende incienso. Bogotá caminando, con una cámara fotográfica en el bolsillo o en la maleta, o colgada al cuello bajo el buzo o la chaqueta. Caminando y tomando fotos. Fotos de lo que está por ahí, de los que andan por ahí, en su vida, en sus cosas. Fotos de la calle, tomadas desde el nivel del ojo de quienes la caminan, la habitan, la viven,  y una que otra vez de algún techo rayoneado y carteles pegados en segundos pisos.

Empaques doblados entre grietas y huecos, chicles pegados bajo las mesas o embarrados en el suelo, rasguños en la pintura de pasamanos, barandales, semáforos, charcos de vómito, salpicaduras de sangre, recibos de cajero automático arrugados y rotos en varios pedazos, pisadas sobre cemento fresco, ladrillos raspados, agujereados, pulverizados, cambuches de cartón y mantas de carteles, ventanales rotos, zapatos colgados y cometas enredadas en los cables de luz. Esquinas orinadas malolientes, bolsas plásticas rasgadas, basura desperdigada, graffiti. Memoria rechazada, ilegítima, sucia, impertinente, barata, desechable, memoria próxima de quienes transitan la calle y la habitan, de vendedores de periódicos, volanteros, aviseros, voceadores, prostitutas, emboladores, vendedores ambulantes, taxistas, policías, vigilantes, recicladores. Memoria en constante conflicto y que obedece a la necesidad de la economía del tiempo, del espacio y el dinero, memoria tangible y contundente que para muchos es mejor no tocar, no rastrear, no documentar, no pensar, por sucia, pero sobre todo por sincera.

Rebelde y transgresor, el graffiti es una manera de sublevarse frente a las formas comunes de entender la vida, la sociedad, la calle, pero no es esa rebeldía que se vende, que es aceptada, comercializada e institucionalizada, subvalorada, disfrazada de adolescente y juvenil, enmarcada en una etapa generacional en la que supuestamente hay un derecho otorgado para hacer travesuras, ser irreverente, salirse de los límites.

Porque claro, eres adolescente y tienes que disfrutarlo, ya no eres un niño pero tampoco eres un adulto, disfruta mientras puedas pues ya nadie te controla, pero ten presente que pronto tendrás que asumir un montón de responsabilidades que te volverán a controlar: trabajo, hijos, deudas, jefes, maridos, esposas, enfermedades, arrugas, calvicie. Disfruta mientras puedas y en el camino de esta falsa libertad consume tanto cuanto puedas una vida de adrenalina y experiencias excitantes de todos los precios, colores y sabores artificiales.

El graffiti destruye el ideal de ciudades en bonitos colores planos, destruye fachadas, paredes, portones, ventanales, salpica, chorrea, invade la propiedad privada y la supuesta propiedad pública, que se supone de todos pero en realidad es de unos pocos. Destruye maneras de pensar y actuar de larga tradición en un sistema que no funcionó, de una realidad en decadencia. Si, la muralla es el papel de los canallas, de canallas conscientes y orgullosos de sus actos, de canallas de momento o de oficio, que fingen bajar la cabeza y saben de memoria su número de cédula, pero que  por ahí, por la calles, sin saber a donde van, en momentos libres de problemas y de angustias, libres del sistema marcan sus recorridos, rayando lo que quieren, como quieren y a la hora que quieren.

 

{La superficie rayada de una pared cualquiera es evidencia de la fragilidad del sistema, de su vulnerabilidad.}

 

Destruye, vandaliza, atropella, invade, engaña, sin un nombre, sin un rostro, sin un número de cédula, el graffiti quiebra desde adentro la lógica de vida  en la que se debe poner la otra mejilla, obedecer, respetar, dar la cara y rendir cuentas a unos pocos, esa en la que se debe transitar por aquí y por allá no, donde la imagen lo es todo, donde existir para muchos es bajar la cabeza. [Desde la cuna, hasta tu tumba / tienen elegido tu camino / al colegio, al ejército, al trabajo / cásate, procréate y muere. / Vive tu vida / déjate ya de servilismos (x4) / Los primeros dueños son tus padres / luego la patria  y el gobierno / le debes todo a tu familia / y a tu dios, que estás creyendo. / Vive tu vida / déjate ya de servilismos (x4) / Basta de ser más engañado / basta de ser manipulado/ reacciona, se tú mismo / deja de vivir esa mentira. / Vive tu vida / déjate ya de servilismos / (Vive tu vida / La Pestilencia /La muerte un compromiso de todos / 1989)]

Las etiquetas “adolescente” y “juvenil” funcionan dentro de las lógicas de control institucional y comercial que subdividen y encasillan, rompiendo los canales de comunicación y colaboración entre personas con saberes y experiencias de diferentes generaciones. Así es como aparecen los atuendos y músicas juveniles, los artistas jóvenes, sitios y comida de moda, las convocatorias y espacios para jóvenes, y todo lo que termina en la basura o guardado en un cajón cuando se asume que terminó la juventud. Pero no sólo la juventud se empaqueta y vende, también la infancia tiene su marca registrada, la adultez, la vejez, el género, el color de piel, las religiones, la comida, todo lo que pueda generar lucro y control. [Si eres calvo / subversivo / y un mechudo / eres un ladrón / si eres punky y mal vestido / drogadicto / te dicen cabrón. / Si te gusta caminar / nunca olvides tus papeles / pues en esta puta ciudad / solo eres un número más / (Policía de mierda / Polikarpa y sus viciosas / Libertad y desorden / 1999)]

Una de las maneras en las que se intenta controlar, domesticar y vender el graffiti es ubicándolo en esa etapa generacional de aparente libertad y frescura: eres joven, es normal que un buen día decidas salir y rayar unas cuantas paredes con una lata de pintura en aerosol, no tiene mayor importancia y ya se te pasará, será un gracioso recuerdo de esa época en la que eras joven y nada te importaba. Bajo esa simple y pobre lógica funciona la idea de graffiti inserta en varias de las maneras en que hemos crecido entendiendo la vida: etapas que se superan y se convierten en anécdotas. Sin embargo, el graffiti no encaja en esta lógica porque temprano en la mañana, cuando ya se tiene trabajo y hay que dejar antes a los niños en el jardín, abres la puerta y la fachada de la casa está rayada una vez más y el graffiti ya no resulta tan fresco y divertido, nunca lo fue y nunca lo será, así le diseñen el más bonito empaque con acabado brillante. A pesar de  la búsqueda por estandarizarlo para venderlo como propio de la juventud, en las calles son muchas las personas de diferentes edades, géneros, afiliaciones políticas, religiosas, gustos musicales, situaciones económicas, que hicieron graffiti, lo hacen y lo seguirán haciendo, sin importar como se vea o entienda en esta sociedad de etiquetas, poniendo en crisis los rótulos que pretenden explicarlo, definirlo y fijarlo.

 

{Es usual explicar el graffiti como la necesidad de los seres humanos de representar su realidad. Para explicarlo se rastrea hasta las cavernas: bisontes, manos rojas, cacerías. Esta manera de comprenderlo lo convierte en un fenómeno de larga duración inherente a la humanidad: la expresión creativa, el origen de las artes. Pero el vínculo con la historia es más evidente en sociedades urbanas, complejas, de distribución inequitativa, donde gente molesta, aburrida, agotada, ha usado los espacios públicos visibles y disponibles de la calle para mostrar su descontento divergente, alterando la inercia, dejando huellas, marcando propia la ciudad. Paredes con mensajes rápidos hechos con pedazos de carbón. Escribir contra el rey tiene sentido si se hace en la pared de la casa de gobierno, contra la iglesia en las puertas de la catedral, pegar quejas con puntillas, mensajes sencillos, directos. Dibujos rápidos, ofensivos, burlescos, indignados, caricaturas de la autoridad,  consignas políticas como un desafío, como una manera de hacer visible la incapacidad del sistema de controlarlo todo. La fisura.}

 

La estrategia es clara, si no se puede arrancar de tajo, se apropia, se expropia, se le abren espacios, oportunidades, se ofrece dinero en forma de convocatorias, se define, encasilla y condiciona para convertirse en un producto más para ofrecer de esta hermosa ciudad llena de jóvenes emprendedores, proactivos y creativos, que hacen murales en zonas donde se les permite hacerlo, acogiéndose a  temáticas políticamente correctas, decorando las calles, llenando de color los muros grises.

El graffiti, junto con muchos otros oficios de calle, encuentra una y otra vez dinámicas para seguir existiendo ante la recuperación del espacio público que trata de erradicar, perseguir y reubicar. Si un día no se puede poner un plástico en el suelo para vender almanaques Bristol por la Séptima, mañana los venden por La 19 y pasado mañana por La Jiménez, o los cargan entre un maletín y se ofrecen y venden mientras caminan, se venden en buses o semáforos, como y donde se pueda. Por más policías, vigilantes, cámaras de seguridad, rejas, cerramientos, pintura anti-graffiti, leyes, el graffiti seguirá existiendo y cada día serán más las personas que lo hagan, no hay marcha atrás.

 

¿Cómo vender una ciudad con las paredes llenas de rayones?

 

El asesinato de un menor de edad el 19 de agosto de 2011 a manos de un policía que le disparó por la espalda mientras emprendía la huida al ser sorprendido pintando sin permiso una pared, aceleró los planes de la alcaldía y otras instituciones locales en busca de generar estrategias y espacios de control sobre el creciente movimiento de graffiti en Bogotá. Este asesinato, más allá del inmenso despliegue mediático que produjo y los procesos y condenas que recayeron sobre los policías implicados, finalmente permitió construir un escenario ideal para tratar “el problema del graffiti” en Bogotá y darle una “solución”. Lo que hasta ese momento era algo lejano y aparentemente inofensivo para la mayoría de bogotanos, se convirtió en tema recurrente de conversación y opinión.

El “graffiti” y los “graffiteros” aparecieron. Vándalos, desocupados, drogadictos, hampones, artistas, creativos, jóvenes, murales, obras de arte, manchones, sucios, etc. La desinformación típica de un caso como éste condujo a la polarización de las opiniones: mientras para unos los graffiteros son jóvenes artistas, creativos y en busca de espacios, para otros son vándalos drogadictos. Mientras para algunos el policía que mató al “joven graffitiero” es un héroe nacional, para otros es un asesino desalmado.

Con toda la atención mediática posible comenzó la estrategia que finalmente dio como resultado el Decreto No.075 de 22 de febrero de 2013: “Por el cual se promueve la práctica artística y responsable del grafiti en la ciudad y se dictan otras disposiciones.” Una batalla más ganada por la institución, una batalla ganada a la suciedad, al vandalismo, a la destrucción. Firmado el decreto: de ahora en adelante el graffiti es arte, es pedagogía, es microempresa.

 

{El capitalismo para permanecer debe mantener la dinámica de la acumulación. Una de las estrategias para hacerlo en el mundo contemporáneo es la mercantilización de espacios sociales, de prácticas humanas antes cerradas al mercado. La música, las artes populares, la comida, la sexualidad, el graffiti, lo que han venido a llamar patrimonio cultural, son ámbitos privilegiados de esa expansión. Instituciones y empresas, previo estudio de factibilidad, diseñan estrategias para usurpar lo que es de la gente. Se define e higieniza la práctica social, se instrumentaliza según un conjunto de nuevas reglas. Acumulación por desposesión. La estrategia sobre el graffiti en Bogotá pasa por discursos que buscan validar la práctica atribuyéndole función pedagógica, resaltando lo lúdico, funcional y estético, haciéndola operativa mediante subsidios que condicionan los contenidos.}

 

Nada más falso, nada más irreal, el graffiti no es una práctica artística y la manera más responsable de hacerlo es lejos de las instituciones, de los decretos, de los patrocinios, premios y convocatorias.

Notas de prensa, reportajes especiales en noticieros, entrevistas, artículos. ¡Atención!, ¡la alcaldía lo logró! Si: logró convocar a “los graffiteros”, reunirlos en una “mesa de graffiti”, hacer el primer “decreto sobre graffiti”, y si, logró reducirlo a los espacios adecuados para hacerlo: de lo mínimo a lo colosal: de pequeñas macetas alineadas a la misma distancia, una tras otra, en la emblemática Carrera Séptima; a gigantescos muros alineados uno tras otro, sobre la Avenida El Dorado, vía que orgullosamente conduce a locales y extranjeros del aeropuerto al renovado Centro de la ciudad, inmensos y coloridos murales que abordan temas amenos realizados por los ganadores de una convocatoria abierta para todos  esos artistas del graffiti que merecen espacios dignos y legales para su trabajo. Visto desde los titulares de prensa y las caminatas turísticas parecería funcionar: el graffiti ahora es muralismo y los vándalos, artistas.

 

 Materas y muros alienados

 

Pero cuando acaba el tour por la Bogotá Humana el graffiti sigue existiendo en el margen, fuera de los espacios de concertación y control, sin etiquetas ni patrocinios. Sigue existiendo graffiti que no funciona para la “ciudad de postal” que se viene diseñando desde políticas públicas y consorcios urbanísticos y cementeros por más de 10 años.

Las fotos del «Paisaje Bogotano» ya se tomaron, se siguen tomando: las panorámicas, las de atardeceres, esas que muestran una ciudad limpia (en todo el sentido de la limpieza), ordenada, de catálogo, de guía turística, de almanaque, para tenerla colgada en la cocina y ver una Bogotá desde arriba: desde los 2600 metros más cerca de las estrellas. [A medida que se aproxima a Bogotá podrá ver los suburbios de la ciudad que se extienden en todas las direcciones, y a distancia, al pie de las montañas, un Manhattan en miniatura de rascacielos. […] La ciudad brinda a cada momento múltiples sorpresas: un burro, una vaca discordante, o un caballo abandonado, abriéndose paso a través de carros veloces, y los buses Diesel atestados eructando negras nubes de vapor hacia la atmósfera enrarecida. El espectáculo es permanente, los contrastes omnipresentes, el placer interminable. (Guía Dorada de Bogotá / Editada por la Asociación Británica de Caridades / 1976)]

Abajo, a ras del suelo es diferente, es la realidad a 2600 metros y las estrellas siguen estando muy lejanas, una ciudad como cualquier otra, ni amable ni bonita a la fuerza, de encuentros y desencuentros, con recorridos densos y tediosos por necesidad, personas que vagan, porque les toca o porque les gusta, porque no hay nada que hacer con el tiempo y estar parchado es sospechoso y, se supone, poco provechoso.

 

{El ritmo, el pulso de la ciudad. Velocidad constante, vehículos, carros, buses, bicicletas, rápido. Muévete que no te alcance nadie, llegar rápido, no detenerse hasta estar dentro de la casa, el trabajo, el negocio. El espacio público como un lugar de tránsito, irrelevante, ajeno, despojado de huellas, de memoria, inapropiado, peligroso. Que te muevas todo el tiempo para sobrevivir al caos. Que corra la línea de producción de objetos, de servicios, de personas. Uno tras otro, la masa alineada. El acto de detenerse, ese incomprensible acto de voluntad humana de no hacer lo que se espera que hagas, es el colapso del sistema.}

 

Los buses rojos largos nunca fueron verdaderos amigos y tampoco cambiaron nuestras vidas, seguimos andando, cruzándonos, esquivando, buscando, evitando, estrellándonos unos contra otros, dejando marcas en nuestros recorridos. [Esto no es un sueño, es una pesadilla, / la gente saliendo por la alcantarilla. / Chocando los hombros, peleando entre si. / En eterna queja, tratando de vivir, / con el yugo a cuestas queriendo entender, / ¿Quién es el verdugo que lo hace mover? / Su único enemigo, un loco con poder, / que observa desde arriba, desde su guarida / (Gente / Tijuana NO / Contra Revolución Avenue / 1998)]

Bogotá de catálogo se compra y tiene fecha de vencimiento, como una bolsa de leche, pasteurizada y etiquetada. Bogotá diaria huele mal y huele bien, se desgasta y se remienda una y otra vez, es una sumatoria de permanencias que para muchos se ocultan tras la idea de una ciudad renovada, amable, incluyente, de todas y todos, turística. En esta ciudad, como cualquier otra y a su manera, excluyen, burlan, discriminan, ofenden, exilian, matan, desaparecen, engañan, engañamos; si, una y otra vez, conscientes, inconscientes, por disgusto, por diversión, porque así funciona lo que nunca a funcionado, porque la lógica de las cartillas escolares no resultó del todo verdadera, las mamás no siempre miman, a veces también pegan: hay papás que fuman pipa, pero no siempre fuman tabaco, sino también bazuco: muchos no tuvieron cartilla, a veces no hay papá, a veces no hay mamá, a veces no hay ninguno, pero sigue existiendo un hogar, sin sala-comedor y agua caliente. Se vive en la calle, sin seguridad, porque no son suficientes las rejas, los vigilantes y las cámaras de seguridad, se vive sin diplomas colgados en la pared, sin los triunfos de marca registrada, obtenidos uno tras otro, tal como sale en la televisión con y sin subtítulos, en todos los canales, nacionales y pague por ver.

A pesar de las lecciones, las planas, los regaños, los castigos, a pesar de ser excluidos de la memoria familiar y oficial seguimos tomando atajos, se siguen aprovechando los descuidos y las imperfecciones de un sistema que nunca será perfecto, las paredes se siguen pintando, rayando y rasguñando sin permiso.

Aparentemente diseccionado e identificado en cada una de sus partes, catalogado, cuantificado, puesto en letra muerta (Diagnóstico Graffiti Bogotá 2012), parcialmente organizado en mesas y reuniones, empaquetado en talleres, vocero inofensivo de la juventud: El graffiti se desmarca, una y otra vez, en cada manera de hacerlo, en cada manera de entenderlo, no se puede rastrear en lo profundo, en lo importante, ahí donde se reivindican las maneras de existir de libre elección. Como de costumbre, las opciones para entender y hacer parecen reducirse a los dos caminos en los que la mayoría crecimos sin elección: el buen camino y el mal camino. El graffiti circula por ambos, a veces en un solo sentido, a veces en dos, a veces en contravía, salta constantemente de uno a otro, choca,  permite entender que no solo existen dos sino muchos caminos, atajos, desvíos, conexiones, permite entender que todo el tiempo aparecen y desaparecen caminos, y en particular, permite entender la posibilidad de construir, elegir y validar caminos y atajos propios.

El graffiti no se puede rastrear, estudiar o entender en su totalidad, no pueden existir voceros ni representantes, no se aprende en talleres ni se entiende en exposiciones o conferencias, no es posible que existan espacios destinados para hacer graffiti porque existe en la medida en que no existen espacios aceptados para hacerlo, existe en la medida en que reivindica las maneras propias de hacer, de pensar, reivindica el vandalismo, el anonimato, la libertad.

El graffiti no puede erradicarse del mapa porque lo desborda. No hay manera de detenerlo porque crece exponencialmente, cambia constantemente, se adapta a las nuevas circunstancias. [Pueden detener a este individuo, pero no podrán detenernos a todos… después de todo, todos somos iguales. (La conciencia de un hacker / Manifiesto Hacker / The Mentor / 1986)]

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REFERENCIAS

– Dinero / Pestes / Banda sonora Rodrigo D. No futuro / 1988

– Vive tu vida / La Pestilencia /La muerte un compromiso de todos / 1989

– Policía de mierda / Polikarpa y sus viciosas / Libertad y desorden / 1999

– Decreto No.075 de 22 de febrero de 2013

http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=52019

– Gente / Tijuana NO / Contra Revolución Avenue / 1998

– Diagnóstico Graffiti Bogotá 2012

Haz clic para acceder a finaldiagcorto.pdf

– La conciencia de un hacker / Manifiesto Hacker / The Mentor / 1986

http://www.taringa.net/posts/info/1519620/Manifiesto-Hacker-The-Hacker-Manifesto-Traduccion-Correcta.html

http://en.wikipedia.org/wiki/Hacker_Manifesto

– Vender la Ciudad: Bogotá como marca y producto urbano / Paula Amador Cardona / 2010

http://i.letrada.co/n10/santa_nerda.html

8 comentarios en “LA CIUDAD QUE FALLA / Apuntes sobre Graffiti en Bogotá

  1. Sobre el Diagnostico:

    1. El final del diagnostico Graffiti Bogotá 2012. Esta en este Link:

    http://es.scribd.com/doc/230193561/Diagnostico-Graffiti-Bogota-2012

    La versión citada al final del Texto no es la Final. Lastimosamente no ha sido públicada «oficialmente». Tampoco ha sido publicada la versión de Intersecciones (Diálogos entre el graffiti e Idartes) en donde salen entrevistas acerca de esta coyuntura de StinKFish, Chirrete, Zas, Armando Silva y otros.

    Ciertamente como usted lo dice el graffiti fue «Aparentemente» diseccionado, calificado, contabilizado e identificado en cada una de sus partes. Resalto lo de apariencia porque estoy de acuerdo que el graffiti es dificil o imposible de estudiarlo en su totalidad, es un «algo» muy grande.

    El diagnostico graffiti, al igual que este mismo escrito, tiene un gran objeto: El graffiti es una practica propia que desborda cualquier entendimiento, marco o etiqueta y por esa misma razón va a seguir existiendo. (el crecimiento «exponencial» es una idea romántica que uno como Hacedor de graffiti termina por comerse el cuento, pero es realmente esto es muy dificil de demostrar).
    Esto lo puede leer tan solo en las conclusiones del trabajo.

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    Por otra parte,

    Me parece muy importante que surjan estos textos; siempre me ha parecido muy importante que la gente piense sobre lo que hace y lo que pasa en la calle. Con medios de comunicación tan frágiles como la misma calle, es muy divicil seguirle el paso a lo que piensa la gente en sus propios Blogs, sus redes sociales y demás publicaciones personales, por ejemplo: (Este documento me llego por un Link pegado a un chat). Creo que siguiendo este tipo de textos pasionales, cargados con un montón de referentes personales (canciones, películas, citas), se puede llegar a acercamientos o entendimientos sobre eso llamado «graffiti», un poco o mucho mas interesantes que algunos textos repletos de enlaces teóricos que funcionan para domesticar el graffiti, como por ejemplo el discurso sobre la aparición del graffiti en las cavernas, el arte, etc.

    El titulo del texto es muy bueno, La ciudad que Falla, y si claro, ciertamente porque falla existe el graffiti y otros oficios, mas y menos legales que vender un almanaque Bristol en un plástico o en el camino en caleteado en una maleta. Sobre la idea de ciudad enferma se construye LA CIUDAD CONTEMPORANEA: esa ciudad que esta repleta de problemas, esa ciudad que nunca para de crecer, la ciudad de los subsidios, la construcción, la destrucción, la educación, la identidad de la ciudad, la ciudad que intenta ser domesticada pero que en el habitar se vuelve salvaje, la ciudad indomable, el patrimonio,la división política, el arte de la ciudad, la arquitectura de la ciudad, la ciudad infinita etc, etc, etc. Si reemplaza la palabra «ciudad» por «Graffiti», ciertamente tiene una ecuación, en donde como usted mismo lo señala en su texto, tienen los mismos problemas y los mismos ítems. Al parecer ese caminante raso, que habita la ciudad con una camera de fotos y que vive la calle hace las mismas equivalencias que ese gobernante frío que observa la ciudad desde un «panóptico».

    He leído muchos textos y comparto la misma premisa aprendida que resa: El graffiti es anónimo, ilegal, que se impone y se hace sin ningún tipo de patrocinio o «el graffiti no es una práctica artística y la manera más responsable de hacerlo es lejos de las instituciones, de los decretos, de los patrocinios, premios y convocatorias».Ciertamente esto es lo que es, es el sentimiento pasional; pero ciertamente también es un camino que intenta ordenar, estandarizar y polarizar algo que nunca ha sido ordenado, estandarizado y demás etcéteras.

    Creo que ahi es donde falla ese discurso muchas veces. Y es que los mismos activistas de este discurso de graffiti se incluyen a si mismo en acciones que desbaratan estas palabras. Es muy dificil y muy ingenuo comerse el discurso del graffiti ilegal, transgresor, vándalo, real, anarquista, que no se vende, que no come de patrocinios, ni convocatorias, que se escapa de cualquier entendimiento, cuando quien escribe esto es alguien que vende sus imágenes que construyo haciendo graffiti, que esta insertado en una historia de una practica relacionada al graffiti como el writing, el stencil, o arte urbano, que ya fue o ha sido domesticado con una mirada de la medusa y que su estilo se enmarca en lo INTERNACIONAL, que lo documentan, que hace expocisiones, que le hacen entrevistas, que vive del nuevo turismo mundial de muralismo y que hasta tiene un «merchandising» propio circulando por el mundo en T-shirts, Leggins, postales, Serigrafias, aretes, pósters, faldas, tapetes, cojines, calzones, maletas y otra serie de productos.

    Entiendo, y para mi es claro, que cuando yo hago el graffiti que se me da la reputa gana en donde se me de la gana por diversión, escribir mi nombre o lo que sea es GRAFFITI, es mi graffiti y tiene toda esa serie de condicionantes que unos aprendieron por leer el SubwayArt, el Getting up, ver Style Wars o por lo escrito por Armando Silva en el 86 en el seno de la Nacional, por seguir a Banksy, o lo que sea. Y cuando uso esas herramientas que aprendí haciendo graffiti y me pongo a hacer un «mural», o una pintura de x o y formato, o vendo algo en una camiseta afiliado a una marca de ropa millonaria o pobre, o imprimo un cartel o lo que sea ya no es GRAFFITI, es «otra vuelta». Sin embargo, aunque eso parece ser claro para mi, es muy difuso cuando se lee desde afuera, pues siempre aparece el Nombre: BANKSY en los dos tipos de acción, en la transferencias caprichosas del Graffiti real y en las millonarias basadas en subsidios gubernamentales, ligados a la empresa privada, a los coleccionistas de arte, al turismo, a la publicidad, a los editoriales, etc, etc. (El nombre Banksy lo puede reemplazar por cualquier artista bogotano, es lo mismo finalmente)

    Y entonces creo que ahí empieza a aparecer un problema muy duro de roer, pero también me doy cuenta que eso que parece un problema «ético», el graffiti lo ha convertido en una oportunidad. Me parece que en los tiempos actuales, muchas de las ideas de graffiti se fundamentan en algo parecido a un parasito. Un parasito que sigue haciendo lo que se le da la gana en el sistema, pero que aprovecha de salidas «comerciales» que le ofrece el sistema para poder vivir como le gusta, de lo que gusta y haciendo lo que se le da la gana en donde le gusta. Es para mi muy gratificante ver como OSgemeos un día sacan tremendo libro pagado por el BANCOALEMAN (Deutsche Bank) de una muestra en Boston, y al mismo tiempo ver que siguen haciendo firmas en una esquina de Milan, Paris o SaoPablo; en ese sentido es para mi muy gratificante ver que Bates sigue haciendo unas muy buenas piezas, en lugares donde se le da la gana y paralelo a eso trabaja haciendo objetos en una estudio que vende en exposiciones, etc.

    Siguiendo en esa dirección creo que dicha Mesa del 2012 y 2013, hizo que pasaran una serie de cosas que no habían pasado antes en la «escena», situaciones que hicieron crecer colectivos, «artistas» y sobre todo que hicieron crecer las 2 empresas que han estado metidas en la venta de insumos para esos proyectos (empresas que pasaron de ser el negocio de desvare adolescente a tener locales comerciales, ser promotores de eventos internacionales, etc). Dichas acciones, sin haber estado en todos esos procesos y en los actuales de la «Mesa», muestran claramente el estado de «parasito» de la gente que las usado, por un lado toma esos recursos y cumple con su trabajo «institucional» y por otra parte ha tomado de ahí muchas herramientas para seguir haciendo lo que se le da la gana, por eso es que hoy Bogotá esta llena de graffiti, por eso mismo es que en su texto hay afirmaciones que dicen que el graffiti crece cada vez mas, por eso mismo es que esa bola de nieve llamada graffiti cada vez es mas incontenible.

    Claramente una mierda tan inherente a la ciudad no depende de las finanzas Públicas, ni de las migajas que el estado le quiera botar, cuando se corte ese chorro «subsidiado», el graffiti va a seguir existiendo y claramente va seguir siendo fuerte entre quienes lo hagan. Posiblemente, e hipotéticamente, se piensa que será mas fuerte porque será mas verdadero. Sin embargo la historia de Nueva York, Los Angeles, o Barcelona ponen en discusión dicho anhelo.

    Lo que usualmente parece extraño en el ambiente de Bogotá, y que ha pasado usualmente en las artes y otras materias en el país. Es que ciertos personajes de gran reconocimiento Internacional y Local, que por su trabajo y reconocimiento han adquirido cierto poder, con poder de influencia pública en una mano y poder de gestión en la otra otra mano, le den la espalda a esos pequeños esfuerzos colectivos por abrir las fronteras; pero que bajo la mesa están gestionando sus propios recursos usando las herramientas que en la colectividad ha trabajado. Esto para no entrar en asuntos internos del graffiti se ve en el arte a través de Botero; el ejemplo de ese gran artista que hace transacciones millonarias en todas partes del mundo y que en su país «dona» un montón de obras chichipatas en los museos mas importantes, para salir de un montón de obras «inútiles» y elevar más el precio de su obra a nivel internacional (ley de la oferta y la demanda). Entonces claramente viene años mas tarde, y dice que En COLOMBIA NO HAY ARTE de Verdá, que la pintura aquí es una mierda, que las instituciones esto y lo otro, etc. Seguramente ni Bogotá, ni Medellin, ni Colombia merecen las grandes obras de Botero, las que valen millones en los países del norte. Seguramente Bogotá no tiene como comprar tan Magno artista y le toca, o le toco pues, conformarse con las chichiguas que este magnate le quiso donar y sus discursos sobre el arte verdadero y la porquería contemporánea.

    Y entonces ante tanta critica, desinformación y falta de confianza, dicha Mesa fue cada vez menos representativa de lo que alguna vez fue en 2012 y 2013, entonces hoy por carecer de representantes buenos como Saks, o Kadir, o Yurika, O KnoDelix, o Lesivo, etc, por carecer de esos representantes que eran álgidos, pellones, apasionados por su «oficio», se esta viendo envuelta en una serie de asuntos oscuros.

    He leído recientemente asuntos que involucran este proceso de MESA DISTRITAL DE GRAFFITI 2014 con corrupción, carteles de contratación, asuntos no claros en el manejo de los recursos, representantes que exponen el graffiti como el HECHO JUVENIL del momento ( descontextualizando todo lo que el graffiti ha pasado y lo que se ha producido con graffiti desde hace tantos años), etc. Y esto realmente es lo que me parece muy peligroso de estos sistemas de concertación o dialogo entre «practicas» e «instituciones».

    Es claro que «El graffiti no puede erradicarse del mapa porque lo desborda. No hay manera de detenerlo porque crece exponencialmente, cambia constantemente, se adapta a las nuevas circunstancias. [Pueden detener a este individuo, pero no podrán detenernos a todos… después de todo, todos somos iguales. (La conciencia de un hacker / Manifiesto Hacker / The Mentor / 1986)] «, esto es claro y no hay duda sobre esto; sin embargo El graffiti no puede crecer en Bogotá en una forma sucia, inescrupulosa, corrupta, oportunista, aventajada, chanchullera y putrefacta, en los que ademas se involucren los temas mas paila de nuestra sociedad como el crecimiento a base de presión, corrupción, palancas y favores políticos. Es aterrorizante eso. Y si Beek, Yurika y otros leen esto, deberían anexar aquí esos correos de critica pública que han escrito atendiendo a estos procesos

    La cuestión de relacionar los dineros públicos con el graffiti (que al final son dineros que también surgen de los impuestos que los grafiteros pagan), puede ser visto o se ha demostrado que es una Oportunidad. Una oportunidad para gestionar proyectos como una exposición en el Museo de Bogotá, Un mural de memoria de la UP, unos muros gigantes en la 26, una publicación sobre graffiti. Proyectos que requieren una cantidad de dinero considerable, que son imposibles de sustentar con el bolsillo propio, y que ademas se la juegan por transgredir o llevar el graffiti a otras atmósferas. Y creo que la forma como se asuma esa relación Colectividad graffiti con Institución Publica es la que determina el resultado de esos proyectos. Si dicho proceso no es una MESA porque eso al parecer no funciona o por que terminara cayendo en asuntos de corrupción, pues en espacios como estos se deberían generar propuestas para al menos intentar gestionar nuevos horizontes.

    Si definitivamente dicha relación institución-graffiti es imposible de articular, pues se debe como colectividad parar esa gestión. Ha sido mucha gente la que ha invertido su tiempo, su plata y sus conocimientos allá para establecer diálogos que en teoría buscan que Bogotá sea atractiva por su graffiti, por su graffiti de todo tipo, legal, ilegal, guasabro, lindo, refinado, sucio, etc. No es justo, pienso yo, quedarse en unas aguas tibias a la expectativa viendo como se hunde el barco. Es claro que aquí nadie ordena a nadie, y que si uno no quiere vender su graffiti pues se dedica a hacer buñuelos o ser plomero o lo que sea. Se debe apañar este problema desde la colectividad y no asumiendo que como individuo se sale a flote. O pues también se puede salir a flote solo, cada quien hace lo que se le da la gana. Todo se puede y en la versión mas cómoda, el graffiti seguira existiendo y nadie lo podrá parar, parece quien se pare en la cabeza desde el borde de su cama, en la silla de una avión o en el escritorio de una institución.

    Saludos a todos,

    Santiago

    1. Santiago, antes que nada gracias por su comentario, no esperaba menos de alguien que siempre está presente en este tipo de espacios.

      Respeto su posición como la de muchos otros y entiendo que usted desde hace un tiempo comparte la visión del graffiti junto con la de artista, gestor cultural y otra serie de actividades relacionadas, y eso se nota cada vez más en su opinión, en sus referentes, en los recursos y maneras para refutar, explicar y concluir.

      De igual manera respeto su pasión a la hora de escribir pero no comparto la mayoría de salidas fáciles que usa para darle explicación a las cosas, salidas que además de fáciles, en varios momentos se convierten en pequeños ataques personales que hablan más de ud. y sus prácticas que de las mías. Por eso prefiero no entrar a discutir desde ahí y convertir este espacio una vez más en una retahila de argumentos pequeños que desvían la atención de un tema claro y central.

      Mientras que algunos como ud. viven un barco que se hunde, o barcos, con sus respectivos capitanes, marineros y ratas tratando de salvarse, buscando un flotador o una tabla cualquiera a la deriva que los lleve a un lugar seguro, sea cual sea, otros continúan caminandor por ahí, como siempre, haciendo lo que se puede con lo poco y mucho. Asi es como aparecen estos espacios, donde se dice desde lo próximo, y no desde las cifras, donde se dice desde lo personal, y no desde la institución, no desde lo que usted entiende como romántico sino en lo sincero.

      Aunque me alegran sus comentarios cada vez que se abre este espacio, me alegraría mucho más iniciativas directas de opinión y reflexión, que seguro están ocultas en estos tiempos de intermediarios.

      De nuevo gracias por sus palabras.

      stinkfish_

      1. Stink,

        Gracias por responder. Es difícil decir que ojalá esta conversación no se vuelva un «rifirafe» de respuestas, retahílas de pequeños argumentos, porque siempre hay algo que decir, o se escapan cosas.

        Primero que todo lamento que usted sienta ataques personales. No quise escribir nombres propios, porque me parece que con cualquiera de esos «grafiteros famosos» se puede hacer las mismas equivalencias. Comerciales y no comerciales.

        Segundo. El ejemplo del BARCO que se hunde – Me refiero a la Mesa Distrital de Graffiti. Y puse el ejemplo de barco porque me parece que esa mesa es un Hecho Colectivo, una reunión de personas que han gastado, se han desgastado, en hacer esfuerzos para navegar rumbo a otros horizontes; ¿a horizontes seguros? No lo creo, es un proceso tan nuevo que nadie sabe con seguridad que va a pasar, se han hecho reflexiones como esta y como otras sobre lo que ha pasado o esta pasando, pero nadie sabe donde ira a terminar, depronto en ningún lado. Para mi, el barco si se esta hundiendo en medio de escándalos, corrupciones, gestiones malogradas y otras cosas más que tienen que ver tanto con la gestión de esas oficinas (funcionarios públicos) como con la gestión de quienes pertenecen a dicha Mesa.

        Es claro que con Mesa o sin Mesa todos caminamos por ahí, haciendo lo que se puede con lo poco y mucho. Una vez más repito que el graffiti nunca necesito de eso, ni necesita de subvenciones, patrocinios y redes de emprendimiento etc. Esto se ve ahí en calle, la gente, usted y yo, el otro y el otro, los demás, cualquiera hace lo que se da la gana con su pintura, con su plata y con sus cosas. Cada quien tiene sus códigos y sus representaciones.

        Reitero que estos espacios personales me parecen muy importantes, porque acercan a los lectores a diferentes posturas de cosas que pasan en la calle. Venimos de diferentes lugares, por lo tanto escribimos desde diferentes posiciones también, afortunadamente. Esto es lo bueno, que en la palabra graffiti, caben muchas cosas que pasan en la calle. Yo respondo por mi, desde mi experiencia personal, con mi pasión y mis cosas, no intento representar nada, ni nadie con estas letras, ni con cifras. No he representado ninguna institución, ni tampoco me he congraciado con ninguna, he sido muy critico con ciertas afiliaciones politicas que se ven claras en esta administración distrital.

        Para mi ver lo que pasa con el writing en la ciudad y sus evoluciones es muy gratificante. Pensar que esta mierda que era de pocos hace unos años, hoy de miles y ademas, que pase lo que pase y lo que haya pasado todo el mundo en esta mierda sigue haciendo lo suyo desde muchos ángulos. Es muy aspero hoy ver escritores de mi ciudad rompiendo las calles de buenos aires, con el mismo ímpetu con el que rompen la 13 o la Caracas. Esas letras que nadie entiende, que la gente califica popularmente como estilos «diabolicos», nadie las va a subsidiar, nadie las patrocina, nadie las ha tocado. Le importan a los que les importan, y valen lo que valen a quienes tienen los códigos para leerlas, valorarlas y sentirse bien con eso. Ha sido así desde los 60’s y seguro seguira así, en cualquier parte del mundo. Sea una pieza con mas o menos estilo, mas o menos ilegal, en Bogotá esto es poderoso. Por eso no hay graffiti mas sincero y mas romantico que este tipo de graffiti. Estuvimos antes y estaremos por mucho tiempo, cada quien haciendo su trabajo desde donde mejor podamos.

        La pregunta es: ¿Ha pasado lo mismo con el estencil o el street-art?
        (sin que suene a ataque y espero que no, porque usted publicamente ha dicho que no le gusta la etiqueta de artista urbano y que prefiere la etiqueta de grafitero, por el reconocimiento que hace a la potencia misma que tiene la palabra graffiti)

        Creo que el tema central en muchos textos como este, y muchos estados de facebook y muchas publicaciones se pierde porque la gente no es directa. Esto es lo que yo pido al final de mi texto, que la gente se debe movilizar a posiciones más certeras.

        El graffiti tiene que ver mucho con la colectividad y tambien mucho con el indiviuo, es por esto que esta para mi en una intersección entre ARTE y CULTURA. Como individuo cada quien hace lo que quiere. Pero creo que como colectivo, tambien se pueden hacer procesos de gestión importantes y se han hecho. Los ha hecho usted, sus parches; yo y mis parches. toxicomano y sus parches. Saks y sus parches. Yurika y sus parches. Cam y sus Parches, etc, etc, etc.

        Saludos y en todo caso le pido disculpas si sintió algún tipo de ofensa personal, yo respeto mucho su trabajo en la calle y siempre valoro mucho lo que escribe.

        Santiago

  2. Perritos:
    Antes de publicar acá cualquier tipo de comentario lo medite una y otra vez,
    para casi nada, pero lo que prácticamente es mucho….

    Tal vez la retorica de cada uno de nosotros sea bien amplia y extensa comprometida con lo que durante casi toda nuestras vidas nos hemos dedicado a tratar de entender, vivir, mantener, y en fin miles de cosas… pero esta clase de discusiones solo dejan a la vista una vez mas que tratar de definir algo indefinido, no es mas que un error…

    El graffiti esta y estará, sea como sea, ilegal o legal, manipulado por marcas, o «independiente» y las infinitas formas que le quieran dar, pues somos seres ilimitados y especialmente con la codicia de nuestros egocéntricos corazones,
    ya esta en las manos de cada individuo que decida hacer graffiti, el camino que quiera…

    Un abrazo mis perros
    y sigamos pintado en cuanto podamos, en cuanto queramos, a la final ese a sido el mas impactante ejemplo para nuestro entorno sin entorno…

    DIOS LOS BENDIGA
    SOLO JESÚS SALVA.

  3. Buenas noches.
    He acompañado desde la institución las acciones desarrolladas para dar cumplimiento a lo establecido en el Decreto 75. Respeto las opiniones plasmadas en este texto. Ahora bien, me permito recordar que la administración distrital se debe a una estructura jurídico administrativa que hace que se deban cumplir unos preceptos básicos (la administración distrital se materializa en funcionarias y funcionarios publicas). A diferencia de otros ciudadanos y ciudadanas debemos actuar en el marco de leyes y normas que dirijan nuestro accionar como funcionarios. Con esto quiero aclarar que la Alcaldía establece el decreto 75 en cumplimiento de una orden de un juez de la República cuando falla a favor de una acción popular, interpuesta por un grupo de ciudadanos que consideraron que la publicidad exterior al igual que el grafiti afectaba un sector de la ciudad y ORDENA al Distrito reglamentar su practica. No se si existan intereses capitalistas y se busque promover microempresas o grandes empresas de turismo o emprendimiento, lo único que sé, es que una orden de un juez para un funcionario publico es de obligatorio cumplimiento, so pena de, en el argot jurídico administrativo, una acción de desacato, es decir destitución.

    Cordial saludo.

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