PLANTAS Y PIEDRAS PUNTIAGUDAS

PLANTAS Y PIEDRAS PUNTIAGUDAS

Llevo un par de meses presenciando casi a diario la siembra de plantas y piedras puntiagudas bajo el puente donde la carrera 30 cruza la calle 26 (Bogotá), en ambos costados, sur y norte.  Creía equivocadamente que esta práctica, destinada a evitar cualquier uso de estos espacios, estaba en desuso. Pensaba, también equivocadamente, que las discusiones sobre el uso del espacio público, el territorio, el “desplazamiento amable” y el forzado, el paisaje urbano, la empatía y toda una serie de tópicos sobre la ciudad y las diferentes maneras de habitarla, de entenderla, transformarla y adaptarla, finalmente dejaban en claro y en común un proyecto de “ciudad cuidadora”, “humana” (o cualquier slogan /marca de ciudad), por lo menos desde el campo institucional, donde no cabían este tipo de intervenciones agresivas, que más allá de proponerse como una solución se aproximan a un castigo por habitar la calle.

NO TIENES LUGAR NI SITIO

La disputa por el territorio, en esta realidad mediada por la propiedad privada, parece resuelta y uniforme desde los discursos y opiniones que circulan en la comodidad de nuestras pantallas. El día a día, noche a noche, bajo un puente no existe aquí, es uno de tantos espacios de tránsito que apenas percibimos cuando pasamos lo más rápido posible, sin mirar ni oler demasiado.

Espacio de refugio, encuentro, dormitorio, intercambio, venta, charla, letrina, parqueo, vivienda. Hogar en la calle y la calle como hogar, pocas cosas pueden ser más agresivas y violentas, física y simbólicamente, que entrar a una vivienda y colocar afiladas piedras a diestra y siniestra. Expropiación sin previo aviso, con estas piedras se cierra toda posibilidad de habitar este espacio, si pretendes dormir aquí tendrás que hacerlo sobre estas puntiagudas piedras, si pretendes caminar por aquí tendrás que sortear este campo minado, ni siquiera podrás sentarte para resguardarte del sol, frío o lluvia. Sufre, sufre una y otra vez porque en esta realidad no tienes un lugar ni un sitio, no tienes un territorio, condena eterna, vagar de un lugar a otro.

Tampoco es posible entrar con una casa a cuestas. Estratégicamente situadas, además de las piedras, instalaron una serie de macetas-bolardo que apenas permiten cruzar caminado, pero que no permiten el paso de los hogares rodantes de algunos habitantes de la calle.

PIEDRAS FLORECIDAS

Aunque la estrategia de las piedras y macetas está más que clara, un detalle en particular llama la atención: las plantas, que pronto crecerán y florecerán. Este detalle esclarece y afianza el discurso del color como empaque ideal para la maquinaria institucional que apunta cada vez más al diseño y construcción de ciudad para unos pocos, ciudad turística, ciudad-postal, ciudad-suvenir.

No es gratuito que esto suceda sobre la calle 26, la misma que alberga un museo abierto, colorido, limpio y feliz. La calle 26, también llamada Avenida El Dorado, es la “entrada” a Bogotá, conduce eficazmente a locales y foráneos del aeropuerto a “la ciudad” y viceversa. Y es allí donde se da la “bienvenida” a esta nueva Bogotá donde el turista es el principal invitado.

Las plantas y sus flores son fundamentales en este diseño de ciudad, las piedras puntiagudas visualmente agresivas, estarán bellamente camufladas entre hojas y pétalos. Al igual que las paredes, otrora grises, sucias, llenas de rayones y consignas indeseables, ahora están cubiertas por bellas gamas de colores y un sutil recubrimiento anti-graffiti. Y lo más importante: nadie podrá habitar esos lugares, nadie va a ensuciarlos, nadie va a re-pintarlos, nadie armará cambuches ni encenderá fogatas. Calle-museo donde los bolardos ahora son macetas y la información que necesitan los turistas durante sus tours en bicicleta está contenida en códigos QR que fácilmente pueden leer con teléfonos inteligentes provistos de rápido acceso a internet.

PINTAR FLORES EN LAS PAREDES

Mientras las paredes se pintan las piedras se instalan. La indiferencia sigue rondando en las jornadas de a pie en contraposición a la indignación que rebosa las pantallas.

¿Qué sentido tienen los macro, micro, nano murales, talleres, charlas, publicaciones, registros y un largo etcétera de espacios generados en esta calle, en esta ciudad? ¿Qué preguntas aparecen al intervenir una pared? ¿Qué opiniones? Si no existe la intención y capacidad de poner en crisis esta realidad fallida, así sea mínimamente, el discurso de los campos de piedras afiladas seguirá siendo aceptado como parte de un paisaje de ciudad correcta que alberga 2 realidades en contrapunto: la ciudad-parque de diversiones “bellamente” decorada y edulcorada, flores por aquí y colores por allá, y la ciudad-calabozo, demarcada por rejas, piedras, púas, picos, cámaras de seguridad, pero eso sí, bajo un fino y alegre camuflaje.   

¿Los discursos de empoderamiento, reclamo, apropiación de la calle desaparecen una vez se firma y aceptan los términos legales? Pronto se les asignarán números en el registro único tributario a las profesiones proscritas, cuando eso suceda tal vez detonen con más potencia algunas de estas preguntas.

ADOPTA UNA PIEDRA

Martes 16 de enero (2024), 9 de la mañana, día soleado. Parece que ya está terminada la instalación de plantas, piedras y macetas bajo el puente.

Llego al puente, me adentro un poco en las piedras, descargo la bolsa con pintura y stencil, desempolvo la piedra con una brocha mediana. No ha pasado más de un minuto, y justo cuando voy a pintar el stencil, mientras agito la lata de aerosol, escucho:

  • ¿Qué va a hacer ahí?

Volteo, son dos policías mujeres. Respondo:

  • Voy a pintar una carita en esta piedra. – Señalando el monolito escogido –
  • Bueno, queremos verlo, pero no pise las maticas. – Responde una de las uniformadas –

Pinto, no me demoro más de 20 segundos, recojo mis cosas, salgo de las piedras.

  • Eso era, hasta luego. – Les digo mientras me alejo caminando.

No responden, se quedan viendo la piedra, parecen confundidas. 

* * *

Enero 2024.

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2 comentarios en “PLANTAS Y PIEDRAS PUNTIAGUDAS

  1. La ciudad es un proceso de cambio segun los intereses a mostrar, bogota caotica pero hermosa tiene una confusion entre el arte y el vandalismo, las piedras debajo de los puentes no tiene sentido, esas piedras pueden servir para hacer casas a tantos habitantes de calle.

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